Reconozco que yo también soñé alguna vez en jugar un Mundial de Fútbol... Supongo que no lo hice con suficiente intensidad o que no fue un sueño muy recurrente, porque me quedé tan lejos de jugarlo…Supongo que no era un sueño importante para mí, de lo contrario, me hubiera esforzado mucho más para alcanzarlo.
Soñar. Quizás sea ese el principio de todo. Atreverte a soñar con quién quieres ser, en qué jugador o entrenador te quieres convertir, a verte en la final, con la medalla de oro al cuello o con la Copa del Mundo en tus manos. Atreverte a visualizarlo, a sentirlo y a disfrutarlo intensamente en tu cabeza, en tu corazón y en todo tu cuerpo. Atreverte a vivirlo con tal intensidad que pareciera real.
Imaginarlo con todo lujo de detalles. Sentir los colores, los olores, los sonidos… Imaginarte en ese momento junto a tus compañeros; qué hacen, qué dicen, qué expresión tienen. Imaginar cómo lo vas a celebrar, dónde y con quién. Sentir el momento con tanta claridad que conectes con lo más profundo de tu esencia, con la fuente de tu verdadera motivación. No ponerte límites. Creer que es posible y que puedes conseguirlo. Soñarlo es solamente el primer paso, pero es imprescindible.
De hecho, es posible que sea ése el secreto que marca la diferencia entre los que se rinden ante las dificultades del camino y aquellos que las utilizan como trampolín para impulsarse hacia su sueño.
Creo sinceramente que el mundo pertenece a los soñadores…
A los que se atreven a plasmarlo en una visión concreta, potente, inspiradora e ilusionante que les impulse a pasar a la acción.
A los que van a por él con determinación, confianza, seguridad y alegría.
A los que ponen los peldaños necesarios en la escalera hacia su visión, definiendo objetivos concretos y estimulantes que les acerquen progresivamente a su sueño.
A los que lo ven tan claro que no se distraen y perseveran.
Lo más importante de alcanzar una meta, un objetivo, un título o un campeonato, no es el premio en sí mismo, ni la medalla, ni el reconocimiento, ni por supuesto, el dinero. El regalo verdadero es descubrir la persona en que te has convertido para poder lograrlo.
La capacidad de arriesgar, de atreverse, de creer, de confiar en ti, en tus compañeros y en tu entrenador, saldrá el coraje para superar los momentos difíciles y complicados…
La fuerza del sueño de cada uno y del sueño del equipo. De la visión potente y valiente de un entrenador compartida con sus jugadores. De la vitalidad y la fuerza que surgen de la alegría, de la ilusión, de la confianza y de la unión del grupo.
Por supuesto, también de la calidad individual y colectiva, de creer en una idea y de apostar por ella. De tener fe. El miedo nace de la desconfianza y la fe se nutre de lo contrario, de creer que sí puedes.
Ambas son contagiosas; el miedo y la fe. Mientras la primera es tóxica y destruye todo lo que encuentra a su paso, la segunda genera alegría, pasión, entusiasmo y convicción. Es una elección y ahí, la energía positiva que nace de conectar con fuerza con tu sueño, quizá sea determinante en el momento decisivo.
En esta vida, hay dos grupos bien definidos, o trabajas para cumplir tus sueños o trabajas para cumplir los sueños de los demás ¿En que Grupo estas Tu? Mientras descubrimos en qué grupo estamos los demás, nos queda el placer de disfrutar intensamente de la batalla de los sueños…
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