El primero cuento de la semana, cuenta la historia de una rana muy presumida que vivía en una hermosa charca. Aunque gozaba de una vida cómoda, ya que no le faltaba comida ni compañía, se sentía insatisfecha.
Cada mañana, observaba durante un largo rato, como entre sus tranquilas aguas se veía reflejada, maravillándose de su propia perfección. Entre sus sueños, se encontraba el deseo de viajar a un lugar más cálido, donde supiesen admirar adecuadamente sus muchas cualidades.
Desde la charca, veía pasar las aves que comenzaban a huir al sentir los primeros síntomas del frío. Hasta que unos gansos viajeros le sugirieron emigrara con ellos hacia el soleado sur. Pero había un pequeño inconveniente: la rana no sabía volar.
-Dejadme que piense un momento -dijo la rana -seguro que mi cerebro privilegiado encontrará una solución.
Fiel a la promesa, pronto tuvo una idea. Pidió a los dos gansos que le ayudasen a encontrar una caña ligera y fuerte, y les explicó que cada uno tenía que sostenerla por un extremo. Ella se puso en medio y se agarró a la caña mordiéndola con la boca. Así comenzaron su travesía.
Todo iba según lo previsto cuando al poco rato, pasaron por encima de una pequeña población. Los habitantes de aquel lugar salieron para ver tan inusitado espectáculo. Nunca habían oído hablar de ranas que volasen, y menos utilizando un medio de transporte tan ingenioso.
Elevando la voz, un aldeano curioso preguntó: ¿A quién se le ocurrió tan brillante idea? Al escucharle, la rana no pudo evitar que se le escapara la orgullosa e inmediata respuesta: ¡A mí!
Su vanidad fue su ruina. Aquellas fueron sus últimas palabras. En cuanto abrió la boca, se soltó de la caña y cayó al vacío.
Conclusión: Las RANAS FUTBOLÍSTICAS, convencidas de su superioridad y borrachos de deseos vanidosos aportan comentarios y opiniones con más forma que fondo, que no dan pie a la discrepancia y sin lugar a la crítica. Hablan de acontecimientos del fútbol con una facilidad y convencimiento que a mí personalmente a veces me aterra. Aportan verdades y reflexiones dogmáticas intentando sentar cátedra con cada una de sus aportaciones. Destacar por encima del mundo de los que para ellos son mediocres parece ser el objetivo y para tal fin adornan sus comentarios con palabras y expresiones a veces inteligibles que escondiendo el propósito de ser adoradas empiezan a espantar más que a atraer.
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