Entrenando te das cuenta que cada día empiezas de cero. Todo aquello que antes del entrenamiento creías, pensabas, incluso te convencía, puede quedar en nada al finalizarlo. Se comenta que la manera de mejorar es desaprendiendo, y por desaprender yo entiendo que todo aquello que te han explicado antes, todo aquello que antes has aprendido y has creído como bueno, debes ponerlo en tela de juicio día tras día, con tal de adaptarlo a la nueva realidad, que cambia de forma constante.
He tenido la suerte de poder leer y aprender de personajes como Paco Seirul·lo o su alumno aventajado Juan Manuel Lillo. De entrada te parecen locos, personas brillantes pero que no conectan con la realidad. Genios incomprendidos incapaces de comprender. Pero la gran ventaja de haberlos escuchado tanto es que te das cuenta que tienen razón, y mucha razón….
Paco Seirul·lo: “En el Barça el objetivo de nuestra planificación es Jugar mejor”.
Juan Manuel Lillo "Quería escuchar qué jugadas ensayadas tenían los jugadores. Las había visto pero quería escucharlas. Porque cuando escuchas no escuchas la jugada sino las sensaciones. Voz fuerte, creen. No hay voz fuerte, no creen. Y eso no viene en los vídeos. Así que las que vienen con voz fuerte no las voy a cambiar".
Planteamos tareas, ejercicios y sesiones pensando en el momento de la temporada, en la carga de trabajo, en el sistema o en el famoso modelo de juego, pero ¿pensamos en los jugadores? Poco. ¿Porque obviamos y dejamos en último plano a los protagonistas principales (o únicos) de este juego? Al fin y al cabo serán ellos los que tendrán que jugar, disfrutar, sufrir, esforzarse, correr, saltar, luchar, animarse, remontar, aguantar, crear, sonreír… ¿Planteamos algún entrenamiento para ellos, para fomentar o estimular estas situaciones? Poco.
Últimamente se ha insistido mucho (yo el primero) en el feedback post entreno, para conocer la opinión de los jugadores, su estado de ánimo y sus sensaciones como parte indispensable para el correcto funcionamiento del equipo, pero ¿y al inicio? Preguntamos al inicio de la sesión ¿como están los jugadores? ¿Qué quieren hacer? ¿Qué se debe mejorar? Y si lo hacemos, ¿los escuchamos hasta tal punto de modificar nuestro plan según sean sus respuestas? No. Nosotros planteamos lo que creemos que se necesita trabajar y después les pedimos su opinión, pero ¿y si estamos equivocados? No estamos perdiendo el tiempo si hacemos actuar a nuestros jugadores de una manera que ellos (protagonistas principales, recordamos) no comparten?
Entrenamiento analítico, global, integrado, modelo de juego, periodización táctica, microciclos, preparación física, test, edición de vídeo,… ¿no estamos demasiado ocupados (o fingimos estarlo) en cosas menos importantes que nuestro jugadores? ¿Hay algo más importante que ellos?
El objetivo de este artículo es abrir interrogantes para no cerrarlos nunca, para seguir indagando en este mundo tan extraordinario de las relaciones humanas y el proceso de entrenamiento en el fútbol. Os lo dice uno que está empezando a ¡desaprender!
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