¿Cuántas veces como entrenador, o como jugador, no has visualizado los errores tuyos y los del equipo sobre el partido que jugaste el fin de semana anterior?
Visualizar los fallos del partido no es un error. Lo que sí es un error es que el jugador se quede solo con la imagen de aquello en lo que se equivocó. Por un motivo muy sencillo. El cerebro elabora imágenes y pensamientos, y nuestras acciones son la consecuencia de esas imágenes y de esos pensamientos. Si el vídeo y tú como entrenador introduces este tipo de información en la mente del jugador, estás depositando su atención en eso, en el fracaso y en lo que hace mal.
De nada sirve visualizar los errores si no acabas la sesión de vídeo con los aciertos o las correcciones. Está claro que el jugador tiene que saber en qué se ha equivocado, pero solo con la finalidad de que se le diga cómo corregirlo. Como entrenador muchas veces das supuestas informaciones que crees que el jugador debería saber, pero que a veces desconoce. No siempre eres lo claro que podrías ser, o dejas de dar información porque la presupones.
Olvídate de todo eso y centra la atención en:
- Lo que tiene que hacer, no andes con ironías, ni burlas ni comentarios que desvíen la atención de lo puramente práctico. Dile cuál ha sido el error, lo más escueto posible y sin juicios de valor. Y acto seguido explícale de forma clara qué esperas de él, detállale la jugada.
- No seas un machacón. Con que se lo digas una vez es suficiente. Lo entiende a la primera. Pero dilo de forma que sea comprensible y no humillante. Las personas no aprenden por provocación, aprenden cuando se les facilita la tarea.
- Si haces un excesivo hincapié en el error, será muy difícil que lo olvide, porque le estás condicionando ese tipo de jugada, que es precisamente la que no quieres que haga. Habla del error brevemente y sobre todo, que la última parte de tu discurso esté relacionada con lo que SÍ tiene que hacer. El cerebro atiende a lo que le dices, si le hablas de errores, cometerá errores, si le hablas de cómo hacer las cosas de forma excelente, trabajará de forma excelente (siempre y cuando tengamos el talento que se necesita).
Como entrenador tienes que preguntarte cuál es el motivo de estar rabioso o porqué necesitas descargar tu ira con los jugadores. Si el fin es mejorar y sacar lo mejor de ellos, ese no es el camino. Busca la comunicación, la confianza y la fortaleza del grupo. El liderazgo autoritario genera miedo, inseguridad e indefensión. Es un error pensar que la letra con sangre entra. A nadie le gusta sentirse humillado, ni gritado, ni ridiculizado. Si de verdad quieres que tu equipo esté contigo, que te respete como técnico, tienes que empezar por contar con ellos y respetarlos tú. Delante de ti hay un grupo de PERSONAS, y eso no puede olvidarse nunca.
Y recuerda, el primer interesado en jugar bien es el jugador, quiere seguir jugando al fútbol, mejorando y creciendo cada día. No se equivoca a posta, se equivoca porque es humano y porque el error forma parte del aprendizaje. Si lo machacas por ello, dejará de atreverse. Y entonces tendrás un jugador inseguro, con falta de confianza y cobarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario