Un deportista de éxito ha adquirido consciencia de su responsabilidad de motivarse a si mismo. Comienza por si mismo porque sabe que de él depende la activación del interruptor de lanzamiento en su fin de alcanzar de la gloria.
De entre todas las personas exigentes conocidas, son sin duda las autoexigentes las que más prosperan. Exigir es ante todo exigirse, fundamentalmente en lo que a desarrollo (en cualquier campo) se refiere. Luis Alberto Machado, en su obra de la revolución de la inteligencia, nos dice: “Para que las personas den de sí todo lo que pueden, hay que pedirles más de lo que pueden”.
Cada dificultad encierra una oportunidad. En ocasiones, podemos creer que retrocedemos y quizás estábamos consiguiendo impulso para saltar más alto.
El camino hacia la cima de la montaña es siempre más largo de lo que imaginas. No te engañes, pues llegará un momento en que aquello que parece cercano se encuentra todavía muy lejos.
Paolo Coelho sostiene que cada persona puede tener dos actitudes: Construir o plantar. Los constructores pueden demorar años en sus tareas, pero un día terminan aquello que estaban haciendo. Entonces se paran, y quedan limitados por sus propias paredes. La vida pierde sentido cuando la construcción acaba. Pero existen los que plantan. Éstos a veces sufren con las tempestades, las estaciones, y raramente descansan. Pero, al contrario que un edificio, el jardín jamás para de crecer. Y, al mismo tiempo que exige la atención del jardinero, también permite que, para él la vida sea una gran aventura.
El conocido humanista Frithjof Schuon defiende que: “El hombre no es enteramente él mismo más que superándose”. Es decir, por su naturaleza espiritual, el hombre está predestinado -o condenado, si se quiere- a superarse, a trascenderse, a elevarse por encima de sí mismo. De forma sumamente paradójica, añade Schuon, “únicamente superándose es como el hombre se sitúa en su propio nivel”.
Sin embargo, la exigencia en el deporte tiene un límite (sobre todo a edades tempranas), pues es común hablar de la sobre exigencia como factor principal de la deserción en el deporte, aunque también lo es la falta de la misma. Sin embargo, este es asunto para otro artículo.
Para terminar, me gustaría ilustrar el potencial de la exigencia y autoexigencia con un cuento de Alejandro Jodorowsky:
“Un arquero quiso cazar la luna. Noche tras noche, sin descansar, lanzó sus flechas hacia el astro. Los vecinos comenzaron a burlarse de él. Inmutable, siguió lanzando sus flechas. Nunca cazó la luna, pero se convirtió en el mejor arquero del mundo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario