Santiago Bernabéu encargó a Miguel Muñoz que completara la regeneración de un equipo que ya lo había ganado todo. Le adjudicó la misión de jubilar a un grupo de futbolistas que convirtió al Real Madrid en el club más grande del siglo XX. La tarea guardaba un mal trago. Debía comunicar a Di Stéfano que sus años de blanco habían terminado. Se negó y presentó la dimisión. Se la rechazaron, el Madrid perdió la final de la Copa de Europa y la saeta rubia dejó la entidad al terminar la temporada.
Miguel Muñoz (1922-1990) comenzó a entrenar al Plus Ultra, filial del Real Madrid, tras retirarse como jugador en 1958. Al curso siguiente aceptó la dirección del primer equipo y lo concluyó conquistando la quinta Copa de Europa, la que mantuvo al club como el gran referente futbolístico del continente. Supo guiar el cambio generacional con templanza y sin traumas, y alargó durante casi 15 años como técnico la estela victoriosa que dejó su amigo Don Alfredo.
"El éxito es el resultado de aunar la disciplina a los grandes momentos"
Su permanencia en el banquillo de Chamartín fue todo un logro personal. La impaciencia de Santiago Bernabéu con los entrenadores -10 en sus primeros 16 años como presidente- hizo pensar que el ciclo de Muñoz no sería muy largo. Es todavía el hombre que más partidos de Liga ha dirigido en el Madrid (601). Los títulos y su trabajo silencioso fueron el salvoconducto de su puesto. Cuando se sintió agraviado por el comentario de algún rival contestó siempre con su peculiar retranca e ironía, que es un estado de la inteligencia.
Copa de Europa
Ganó tres como jugador y dos como entrenador
La revisión de su infancia nos lleva a Madrid, al Colegio Calasancio -mismo centro en el que estudió años más tarde Emilio Butragueño-. Allí se enamoró del fútbol y decidió que quería ser futbolista. Militó en el Pavón, el Girod, el Imperio, el Logroñes y el Racing de Santander antes de debutar en Primera con la camiseta del Celta de Vigo en 1946. Dos años más tarde fichó por el Real Madrid y ahí se volvió un personaje inolvidable durante un cuarto de siglo. Destacó por ser un centrocampista técnico y estiloso, el mismo sello que intentó imprimir a sus equipos.
Como legado imborrable dejó la paternidad del Real Madrid yeyé. Históricos como Pirri, Amancio, Sanchis, Zoco o Velázquez triunfaron a sus órdenes. Muñoz cosechó éxitos y éxitos hasta que cambió el signo de los resultados. El 15 de enero de 1974 dejó el cargo al sentirse el máximo responsable de una temporada que caminaba por un camino peligroso, con el equipo a cuatro puntos del colista. Mientras, el Barcelona crecía gracias a un futbolista holandés llamado Johan Cruyff.
"Tengo una gran flor en el trasero"
Mudó sus maneras tranquilas al Granada (1975-1976), en donde ha tenido durante 35 años el nefasto honor de ser el último entrenador que lo dirigió en Primera. Luego fichó por Las Palmas (1977-1979), al que llevó a una final de Copa que acabó cediendo al Barça.
Su último banquillo de club fue el del Sevilla (1979-1982). Allí fue expulsado por primera vez en su trayectoria por afear a un árbitro cierta conducta complaciente con algunos jugadores del Real Madrid. Comprobó entonces que no siempre se presta a todos los equipos los mismos ojos. Los malos resultados provocaron su despido. De allí se llevó multitud de amigos y mucho cariño por una ciudad en la que se sintió realmente a gusto.
La vida le tenía reservado todavía un gran reto. Fue elegido seleccionador tras el desastre de España en el Mundial de 1982 -ya lo fue fugazmente en 1969 a trío con Luis Molowny y Salvador Artigas-. Ante sí, de nuevo, la tarea de reformar un equipo.
"Mi mejor cualidad en el campo era que tenía una gran claridad de ideas dentro del equipo. Pasaba bien la pelota y me situaba espléndidamente en el terreno de juego"
España mejoró su juego de la mano de Muñoz. Con él se obró el milagro ante Malta el 21 de diciembre de 1983. "Fue el día más feliz de mi carrera deportiva. Y miren que los he tenido felices", reconoció. Hizo a la selección subcampeona de Europa en 1984; alcanzó los cuartos de final en México '86… La flor en el trasero, metáfora de la suerte acuñada por él, le abandonó en la Eurocopa de 1988. Se acabó el fútbol.
Miguel Muñoz falleció en Madrid el 16 de julio de 1990. El parte médico razonó su muerte como consecuencia de una cirrosis hepática que se complicó inoportunamente. La estadística le recuerda como el primer español en ganar la Copa de Europa como jugador y entrenador. La memoria popular, como uno de los mejores entrenadores nacionales de la historia.
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