El primer principio educativo que trataremos y que servirán de guía estratégica de la cual plantear un enfoque de entrenamiento en equipos cuya finalidad sea la construcción del jugador, aplicables en cualquiera de las fases del proceso de formación futbolística a partir de la cual plantear un enfoque de entrenamiento en equipos cuya finalidad sea la construcción del jugador, aplicables en cualquiera de las fases del proceso de formación futbolística es “Estimular la capacidad de tomar decisiones”.
La vida humana es un cúmulo incesante de decisiones, no todas afortunadamente de igual importancia.
Voy a hablar en este caso como entrenador y educador, creo que “el niño” que forma parte de nuestro equipo debe aprender a tomar decisiones que moldearán su propio futuro personal y profesional.
En los primeros años de sus vidas el grado de autonomía de decisión es nulo, pero éste va gradualmente ampliándose conforme se van cumpliendo etapas de la construcción de la persona.
Tener la capacidad de percibir y disgregar la información que circula a nuestro alrededor, tener la capacidad de análisis, actuar ante las diferentes vicisitudes de la vida, es uno de los aspectos que nos caracteriza como adultos.
¿Y el fútbol qué? Para eso leí una serie de estudios que nos permiten definir cuál es el patrón de actuación del jugador durante el partido.
Subrayaremos dos aspectos esenciales:
1. Reducido número de intervenciones directas sobre el balón (una media de 45 - 50 por partido y jugador).
2. Reducido tiempo de posesión del balón (con una media que oscila entre 90 - 120 segundos por jugador/partido y una media de duración de cada una de las acciones con balón no superior a los dos segundos).
Si un jugador sólo maneja -ejecuta- un máximo de dos minutos acciones con el balón, ¿qué hace el resto del tiempo?
Su participación en el juego se fundamenta básicamente en observar/percibir información para posteriormente -en un intervalo minúsculo de tiempo- tomar una decisión, relacionada o no con el balón, y plasmarla en un actor motor.
He aquí la importancia del "trabajo cognitivo" del jugador, ya que de él depende en gran medida su participación eficaz en el juego.
Tratando de trasladar esta reflexión teórica a la práctica real de campo, creo que el entrenador-educadores debe:
1. Enseñar a discriminar los estímulos: cuanto mejor conozca el joven jugador los principios básicos del juego, con mayor rapidez y precisión fijará su atención en los elementos relevantes del juego.
2. Estimular la velocidad mental de decisión: a partir de una variedad y riqueza de situaciones diferentes, la resolución de las cuales van a reportar una amplia base de datos en la memoria del jugador.
Es fundamental que el feed-back generado por este bucle (percepción-análisis-decisión-acción-memorización resultado) permita al joven jugador aumentar la rapidez de sus decisiones hasta llegar al punto de anticiparse al juego y prever la siguiente acción.
3. Dejar que el joven jugador sea protagonista activo en el desarrollo del juego: la principal tarea como educador de una división formativa es la de plantear situaciones-problema para que el jugador las resuelva. El protagonista durante el juego debe ser él.
El joven jugador debe resolver y para ello debe aprender a decidir, aunque eso suponga equivocarse.
En el próximo artículo seguiremos con el siguiente principio educativo, “Concebir el error como un principio de mejora”.
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