Necesitamos buenos líderes. Pero no sólo los directores técnicos. Se necesitan buenos líderes en la gestión política del Estado, líderes en el campo social, empresarios líderes en el terreno económico, líderes en las instituciones juveniles y estudiantiles y por supuesto líderes en el campo de juego, en la cancha.
Pero llegados a este punto, ¿Qué entendemos por líder? Un líder es todo aquel que, comprometiéndose en una tarea, es capaz de influir en el resto. Ni falta hace decir que todo formador debería tener antes que nada una buena dosis de liderazgo, comprometiéndose en la mejora continua de sus jugadores.
Pero en este apartado no es del técnico de quién queremos hablar, sino de los propios jugadores. Si de verdad creemos en la formación integral de nuestros jugadores debemos otorgarles la posibilidad de desarrollar, dentro del contexto futbolístico, dotes de líder comprometido con el equipo y con el juego. Y esto es entrenable y por supuesto mejorable.
Hasta la fecha, en muchos casos cometemos el error de confundir "liderazgo" con "reconocimiento externo" y asumimos como cierto que en todo equipo debe haber, por sistema, dos o tres jugadores que asuman ese rol: los capitanes. No, eso no es educar para el liderazgo.
Todo el mundo, y mucho más un joven, puede desarrollar habilidades de líder. Sin embargo antes de planificar cualquier estrategia educativa al respecto, conviene determinar qué cualidades definen a un líder dentro de un grupo o equipo en nuestro caso.
Existe una abundante y muy reciente bibliografía a este respecto, pero nos quedamos con la aportación de Carlos M. Moreno Pérez, el cual define dos facetas fundamentales de todo líder: ser persona y ser dirigente, siendo en la primera de ellas donde más margen tenemos de trabajo como formadores futbolísticos.
Este autor señala siete cualidades de todo líder en su faceta "ser persona": el respeto, la generosidad, la paciencia, la dignidad, la capacidad de escuchar, la humildad y la ejemplaridad.
Los educadores futbolísticos, los técnicos tienen que ampliar el margen de maniobra en el proceso de formación del jugador para el desarrollo de estas cualidades de liderazgo y compromiso en cada uno de nuestros jugadores. He aquí una muestra de ello:
- Educación para el respeto:
• Respeto a toda la comunidad del club (compañeros de equipo, técnicos, empleados, padres, dirigentes).
• Respeto a los participantes en la competición (rivales, árbitros, público).
• Respeto al entorno (instalaciones, material deportivo, entorno natural).
- Educación para la generosidad:
• Generosidad en el agradecimiento y reconocimiento a compañeros, técnicos, familiares por ayudarle a mejorar como persona y jugador.
• Generosidad para compartir con los demás las mejores cualidades de uno mismo, ayudando así a los otros a ser mejores.
• Generosidad en el esfuerzo en cada entrenamiento y en cada partido contribuyendo al éxito del equipo a partir del compromiso de uno mismo.
- Educación a ser pacientes:
• Pacientes con la obtención de resultados, ya que éstos no deben ser fruto de lo inesperado sino del trabajo constante y duradero.
• Pacientes con los errores ajenos: nuestros compañeros, el árbitro, el técnico, el rival ... todos ellos desean hacerlo igual de bien que uno mismo.
• Pacientes para aceptar la suplencia frente a otros compañeros: todos tienen nuestro mismo derecho a jugar.
- Educación por la dignidad:
• Dignos de representar a una institución deportiva en una competición.
• Dignos de gozar de la confianza de los técnicos, compañeros, familia, y todos aquellos que confían en nuestra ilusión por convertirnos en futbolistas.
- Educación para la capacidad de escuchar:
• Escuchar a los técnicos para aprender de sus conocimientos.
• Escuchar a los padres para crecer y convertirnos en personas honradas.
• Escuchar a los compañeros, porque de todos ellos podemos aprender nuevos valores.
- Educación para la humildad:
• Humildad porque la victoria en el deporte tiene fecha de caducidad y los éxitos tan pronto se convierten en buenos recuerdos.
• Humildad porque siempre estamos a tiempo de aprender algo nuevo.
• Humildad porque sin los demás (técnicos, compañeros, familia) nuestros logros serían mucho menos frecuentes.
- Educación para la ejemplaridad:
• Ser ejemplo en el trato a los demás dentro y fuera del terreno de juego.
• Ser ejemplo en la voluntad y compromiso de mejora continua.
• Ser ejemplo para enfocar los retos con optimismo, confiando en las posibilidades de uno mismo.
• Ser ejemplo de tenacidad ante las dificultades.
Todo esto es lo que hace de la persona que juega al futbol y de la que al mismo tiempo camina por la vida un VERDADERO LIDER POSITIVO.
En la próxima entrega trabajaremos el Principio educativo: Aceptar el valor de lo singular dentro del funcionamiento del equipo