La victoria como obsesión. Hay entrenadores que esculpieron su ideario futbolístico guiados por la sencillez. Es el caso de Fabio Capello, para quien el ruido que circunda el fútbol es una interferencia incómoda e innecesaria. El objetivo de un juego es ganarlo. No hay otra regla ni mayor satisfacción. "El fútbol es un deporte simple en el que a algunos les gusta hablar. A mí me encanta ganar", resume. Su palmarés le ha dado la razón.
Su empeño en la victoria le ha otorgado fama de tipo severo. No admite condiciones. Sólo trabajo. Jugadores que han estado a sus órdenes, como en el caso de Gianluigi Buffon, le han definido como un técnico totalitario. Para otros, como David Beckham, es el mejor que han tenido. Con palabras y hechos ha demostrado que tiene ideas claras, con sus virtudes y defectos.
La carrera de Capello ha estado impregnada de éxito en sus etapas de futbolista y entrenador. Nació en San Canzian d’Isonzo, un pueblecito cercano a Trieste, casi en la frontera con Eslovenia. Jugó al fútbol como antes lo hicieron su tío y su padre, que incluso llegó a entrenarlo en el modesto Pieris. Jugó de centrocampista y perteneció a equipos importantes de su país como la Sampdoria, la Roma, la Juventus y el Milan. Llegó a ser 32 veces internacional con Italia.
Debutó como entrenador interino del Milan en los últimos seis partidos de la temporada 86-87. Debió ceder el puesto a Arrigo Sacchi, aunque continuó en el cuerpo técnico. En 1991 tomó las riendas de un equipo legendario alargando su estela campeona con un ciclo victorioso que alcanzó el cénit en la final de la Copa de Europa de 1994, cuando pasó por encima del Barcelona de Johan Cruyff con un 4-0 histórico.
Lorenzo Sanz fue el hombre que lo llevó al Real Madrid por primera vez en 1996. Necesitaba un entrenador con la firmeza suficiente para realizar una renovación en el vestuario y le otorgó plenos poderes en cuestión de fichajes. Seedorf, Roberto Carlos, Panucci, Raúl, Redondo, Suker y Mijatovic son los nombres clave de un equipo que quedó campeón de Liga. Su estancia en Madrid se enrareció a los pocos meses. A mitad de temporada el club sabe que tiene apalabrada con Silvio Berlusconi su vuelta a Milán. Sin embargo, Capello dejó sembrada la semilla de la ambición en un grupo que ganó la Champions League al año siguiente con Jupp Heynckes en el banquillo.
Su segunda etapa en el Milan resultó nula. Tras una temporada firma con la Roma, a la que devuelve a la senda del triunfo con la consecución del Scudetto en 2001. Se sintió cómodo en un club que le ofrecía gratos recuerdos. Su etapa romana como jugador fue la que más le marcó de toda su trayectoria. Sus conceptos futbolísticos se empaparon de forma determinante del que fuera su técnico: Helenio Herrera. El discípulo Capello es fiel espejo de algunas de las ideas del mago argentino.
La Juventus le ofrece en 2004 otra escapada nostálgica. El ciclo se cerró con amargura. Los dos títulos ligueros que consiguió le fueron revocados por un peliagudo asunto de amaño de partidos en el fútbol italiano. La vecchia signora fue castigada a la Serie B.
Ramón Calderón sucedió a Florentino Pérez en 2006 y llegó a la presidencia del Real Madrid con Fabio Capello de la mano. El italiano firmó por tres temporadas. En la primera acabó con una sequía de tres años, pero el juego del equipo no enamoró a la afición. Tras ganar la Liga en una agónica última jornada fue destituido. Pedja Mijatovic, el director deportivo, anunció: "De cara al futuro pensamos que no es una persona oportuna para realizar lo que pensamos".
En diciembre de 2007 se convirtió en el seleccionador de Inglaterra. Su elección consiguió lo que no ha conseguido nadie, que dos entrenadores con ideas enconadas como Alex Ferguson y Arsene Wenger se pusieran de acuerdo en que era el hombre idóneo para el puesto. Su trabajo ha ofrecido pocos logros hasta el momento. El contrato expiraba tras la Eurocopa de 2012 pero por motivos que aún se desconocen, hace unos meses presentó la dimisión como seleccionador inglés.
Hace dos años anunció que dejaría el fútbol cuando se acabase su relación con la FA. "No seguiré entrenando aunque me ofrezcan ser el seleccionador de Italia", dijo. Capello quiere cultivar sus otras aficiones; ocupar más el tiempo con sus viajes a destinos exóticos; y convertirse en un afortunado jubilado que se siente feliz contemplando las vistas de su casa de Marbella y con una buena pata de jamón ibérico en la despensa.
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