Son dos preguntas similares en forma, apenas una “a” las diferencia. Sin embargo, disparan procesos mentales muy diferentes, ya que apuntan en direcciones temporales opuestas.
La pregunta por el “por qué” lleva tu mente hacia atrás, a la historia o los antecedentes. Es una pregunta que tiende a ponerte en un espacio racional por encontrar las causas o antecedentes de algo.
¿Por qué tú estás vivo? Y tu mente empieza: porque hace muchos años papá y mamá, una noche (o quien sabe si hasta fue de día la cosa), hicieron el amor y…
¿Por qué estás vivo? Porque no te has suicidado. Porque tu cuerpo está bien. Porque tienes buena salud. Porque no te ha llegado la hora.
El “por qué” te lleva por una camino de justificaciones, sean históricas o condicionales, que concluyen en el fenómeno por el que estás preguntando. En otras palabras, el “por qué” busca lo que precede y por tanto produce como consecuencia la condición en cuestión.
Ahora exploremos la otra pregunta. “Para qué” genera un proceso de pensamiento totalmente diferente. Uno que apunta a futuro. Uno que en vez de buscar encontrar justificaciones, despierta la creación de significados.
¿Para qué estás vivo? Tú decides: para amar, para crecer, para aprender, para dar, para triunfar, para evolucionar, para disfrutar.
La respuesta al “por qué” apunta a las causas, muchas veces externas, que te traen a este momento. “Para qué” te pone en un espacio creativo que espera por un propósito, una razón de ser.
¿Por qué vas a trabajar? Porque tienes que producir dinero para comer. Porque no te puedes dar el lujo de quedarte sin trabajo. Incluso puedes decir que lo haces porque te gusta.
Ahora ¿para qué vas a trabajar? Para aprender, dar lo mejor de ti, contribuir con otros, llenar de significado tu vida, lograr tus metas, vivir lo que te apasiona.
El “por qué” es fácil de responder. Basta con mirar atrás y encontrar las causas o justificaciones. El “por qué” puede carecer de significado y de emoción.
El “para qué” requiere de tu creatividad y de la deliberada asignación de un significado a lo que haces.
El “por qué” satisface tu mente. El “para qué” llena tu corazón.
En el “por qué” hay claridad. En el “para qué” hay fuerza.
En el “por qué” hay entendimiento. En el “para qué” está la pasión.
¿Te has preguntado últimamente “para qué” estás haciendo lo que estás haciendo? ¿Has decidido para qué quieres lo que quieres?
Propósito. Significado. Posibilidades. De eso es que se alimenta tu entusiasmo y tu pasión por vivir. Quizá es momento de explorar con más detenimiento el “para qué” de tu vida, tu trabajo, tus relaciones, tus acciones. Quizá es momento de soltar aquellas cosas a las que no le encuentres sentido. Quizá es momento preñar de propósito—y pasión y entusiasmo—tu cotidianidad.
¿Para qué? Tú decides. Tú lo inventas. Tú lo vives. Porque esa quizá es la mayor responsabilidad de todas: darle a tu vida un significado que llene tu existencia.
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