Te escribo como tenista y amigo, aunque podría también hacerlo como presidente de la Asociación de Deportistas Españoles, y el contenido de este escrito sería muy parecido.
Cuando oí tus desafortunadas declaraciones, pensé que habrían sacado de contexto tus palabras, o que te habrían cogido en un momento de “calentón”. Pero cuando vi que había sido un artículo tuyo, que había sido una cosa pensada, escrita y enviada a un medio para que lo publicara, sentí una profunda decepción. Has herido a los españoles, a los deportistas y a mí; hacer demagogia con los triunfos de los deportistas españoles, metiéndolos a todos en el saco de los tramposos, no pienso que sea nada justo. Tú que siempre defendiste la deportividad, ¿es esto deportivo? No pienso que nos lo merezcamos.
Tú y yo competimos juntos, somos amigos e incluso hemos discutido de este tema en alguna cena. La verdad es que sigo estupefacto, das a entender que ser fuertes o tener un físico privilegiado es por tomar pócimas mágicas. Entonces, los que competíamos contigo, ¿qué deberíamos pensar? Teníamos delante a un jugador mucho más fuerte y atlético, más rápido, más explosivo, y pensábamos: “es el Gran Yannick, puro talento, naturalmente fuerte, qué suerte tiene”. Nunca se nos ocurrió pensar que tenías la pócima de Astérix. Son especiales, como tú lo fuiste.
Lo que sí que tenemos en España, y tú fuiste un precursor de ello, es que hemos canalizado la energía para crear el mejor modo de competir, y éstas van más allá de la táctica y la técnica. Se trata de cuatro factores: la cabeza, la condición, el corazón y los cojones. Si canalizas estos factores surge esta energía que marca la diferencia. ¿No será éste nuestro caso? Estas cuatro C’s, los mandamientos del Gran Severiano Ballesteros, guían hoy a la mayor parte de deportistas españoles. Esta es nuestra pócima, querido Yannick.
Aprovecho para contarte que España empezó a practicar deporte de forma más continua en los últimos 30 años, la misma etapa que mejoramos como país poniéndonos a la altura de Europa. Esta mejora social nos dio la confianza para creer más en nosotros y lograr creer en nuestras cuatro C’s, que en mi opinión se erigieron principalmente en el hambre de éxitos que nunca antes tuvimos. El éxito del deporte español ha sido un proceso en que cada generación ha ido superando a la anterior, pero no un éxito de la noche a la mañana como tú declaras. Por ejemplo, hablando de nuestro deporte, el tenis, donde España lidera el circuito, a mi generación le siguió la de Bruguera, que consiguió dos Roland Garros. Luego vinieron los Corretja y Costa, superando los éxitos de la generación anterior, y después Moya, que logró el número uno por algunas semanas, y a continuación Ferrero, que consiguió ser un sólido número uno. A esto le siguió la generación de Nadal y todos los demás grandes jugadores que tenemos en el top 100, que han usado como espejo las generaciones anteriores y las han superado. Lo mismo ha sucedido con los otros deportes, como el fútbol o el básquet, donde hemos ido mejorando progresivamente. Además, tú que entiendes de fútbol, nuestros futbolistas ganan tocando el balón, pero no precisamente por físico. Y lo mismo sucede con nuestros jugadores de básquet, que no tienen el físico de tu hijo aunque acabáramos ganándole en la final. Una generación excepcional, como la que tenemos en básquet, no es fruto de un día, pues esta es la cuarta generación que triunfa, hasta llegar poco a poco y con el tiempo a tener a prácticamente todo el equipo nacional en la NBA.
Todos sabemos que nuestro Rafa, el único con un físico imponente, muy parecido al tuyo, gana gracias a que canaliza mejor que nadie las 4 C’s. Los grandes campeones no ganan por pócimas, ganan porque son especiales y logran esa energía distinta, igual que tú lo eras y la conseguías. Emilio Sánchez Vicario.
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