Después de un partido se pueden decir muchas cosas. Si además ha sido intenso, polémico y de resultado inesperado, se pueden decir muchas más. Y casi todas, apuesto lo que sea, orientadas en la misma dirección. No es difícil imaginar que se hablaría del árbitro, posiblemente de su parcialidad e incompetencia, o puede que de las malas artes del contrario. Incluso habría alguna referencia al público y a su trascendental incidencia en el resultado. O puede que no. Puede que sólo se hablara de fútbol…
No suele ser habitual, pero a veces pasa. Y cuando sucede, uno se reconcilia con este deporte y con algunos de los personajes que lo habitan. Pero, sobre todo, es para prestarle atención. Me produjo un enorme placer leer y escuchar frases, reflexiones y convicciones relacionadas con el fútbol, única y exclusivamente con ese juego en el que influyen factores externos, claro, pero en el que manda la pelota. En los últimos tiempos, lo accesorio ha logrado un protagonismo que nunca debió tener y se ha elevado por encima del fútbol, sepultado éste entre una maraña de provocaciones, excusas y conspiraciones. Sin embargo, el pasado domingo en San Mamés, además de un tremendo espectáculo, durante unas horas se habló de fútbol, sólo de fútbol. Lo hizo el entrenador que, alejado del liderato, podía tener motivos para sacar a pasear su frustración. "Ha sido un canto al fútbol", dijo Guardiola, y añadió: "uno de los mejores partidos que he dirigido". Un encuentro que terminó en empate y que a punto de estuvo de hacerlo en derrota para los azulgrana. A Guardiola, el resultado no le transmitió sensaciones, lo hicieron su equipo y lo que sucedió en el campo. "Ha sido un partidazo (…) Un maravilloso espectáculo (…) Cuando dos equipos van a ganar, el fútbol es así de hermoso y el espectador es el que sale beneficiado".
Aunque Guardiola se refirió a la belleza del juego, en su mente sólo estaba ganar. La manera de buscar la victoria es lo que produce, habitualmente, ese magnífico espectáculo. Digamos que no se trata de un objetivo en sí mismo. "Yo digo que a este juego se puede jugar bien y se puede jugar mal. De los que juegan bien, hay equipos que juegan mejor, otros peor y luego hay algunos que pueden llegar a la belleza. Porque no se juega para jugar bello, pero hay gene que hace tan bien su oficio que resulta bello el resultado", le dijo Menotti unas horas antes del Athletic-Barça a Juan Castro en una entrevista publicada en MARCA.
Aunque no lo parezca, la belleza en el fútbol no es incompatible con la intensidad, cualidad que distingue al nuevo Athletic de Bielsa. Intenso y valiente, discutió el protagonismo al Barça antes de ceder el empate, un resultado condicionado por esos factores que, aún hoy, son inherentes al fútbol. La lluvia, las lesiones previas y, como no, los errores arbitrales, a los que no hizo referencia el entrenador argentino, cargado de motivos para ello. "El empate se corresponde con lo que sucedió en el campo", sentenció Bielsa. ¿Qué le llevó a silenciar los posibles penaltis que alejaron a su equipo de la victoria? "Me gustaron mucho los pleitos en el partido", se limitó a constatar, refiriéndose a los duelos que mantuvieron varios jugadores sobre el césped. Debió pensar que no era el momento de alejar el foco de los futbolistas. "Cómo no vamos a estar satisfechos con lo que han hecho estos jugadores, con este espectáculo de honestidad", afirmó Guardiola.
En cualquier caso, todo se resume en datos. Y éstos dicen que nunca hubo tanta diferencia entre el Real Madrid y el Barcelona de Guardiola. Sin embargo, Menotti mira más allá de los números. "Es muy difícil que el Barça pierda en el juego. Podrá hacerlo en el resultado, pero no en el juego". ¿Acaso eso consuela?, se preguntará más de uno. La respuesta, obviamente, es que no. Lo que sucede es que cuando uno gana en el juego, casi siempre, acaba ganando en el resultado. Y añado que nadie ha ganado más que en los últimos tiempos que el Barcelona de Guardiola.
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